Las Cartas de Emilia

lunes, 1 de agosto de 2011

#9

Me tomó 16 años, casi 17,  entender que era necesario ser parte de mi país. Entender que en donde yo estaba habían más cosas de las que yo miraba, habían más escenarios de los que yo conocía y sobre todo, habían más personas que, de una u otra forma, eran parte de mi. 
Me tomó todos esos años comprender que el suelo en el que me desplazaba tenía vida, misterios, secretos y crueldades, también lágrimas, magia, sonrisas, esfuerzo y trabajo. 
16 años, casi 17, son los que necesité para darme cuenta de que soy parte de un país que vive para sobrevivir, porque muchos de nosotros pisamos el mismo suelo sin sentirlo, sin conocerlo, sin entenderlo. 
Ahora, ya no necesito más años para saber que soy parte de un país que vale la pena, que camina sufriendo por sus incoherencias, pero que corre respirando sus colores y luchando por entenderlos e integrarlos. 


Feliz 28 de julio (atrasado)
"... y si se destruye, yo lo reconstruyo..."




MI PUEBLO NO ES
Mi pueblo no es 
un mapa de veinticuatro colores 
quiero decir 
una selva verde 
una costa blanca
una sierra ocre;
y digo
mi pueblo no es
un mendigo en su banco de oro 
ni un paraíso perdido;
mi pueblo sufre 
y es gente dividida en colores
mendigos y explotadores. 

María Emilia Cornejo

#8

Yo crecí en la selva bajo amaneceres de todos los colores, cubriéndome en las sombras de gigantescos árboles y jugando con cada gota de lluvia.  
Pasé mi infancia a orillas de muchos ríos esperando a un bufeo o a una sirena, intenté perderme en bosques para ver si el chullachaqui me encontraba y aprendí a silbar solo para ver si el tunchi me llevaba. 
Me recostaba en los pastos para oler la selva, para ver un cielo azul lleno de todas las formas. Esperaba la noche sentada y con paciencia, sólo para cubrirme con su sábana de estrellas.
Un día se me ocurrió que era hora de probar la selva, de tenerla dentro y llevarla conmigo a dónde fuera. Así que fui en su búsqueda una noche hermosa de tormenta, por mi garganta bajó la vida y me eché tranquila a esperarla. 
No se cuánto tiempo pasó cuando sentí que debía levantarme, pero fue en ese momento que supe que ella estaba conmigo, me hizo seguirla por bosques de ojos, pasé sobre lagunas con miles de colores y me encontré con un puma con capa y corona, el me la presentó. Después de tanto esperar estaba ahí viéndola, tan grande ella, enraizada a mi. Me hizo sentirla y me dijo que no la dejara. 
Ahora camino lejos, estoy en otra selva. Pero adonde vaya la llevo conmigo, porque en mis manos están marcadas sus raíces y por mis pies sube su energía. 
Yo se ahora que con ella no me pierdo, por eso no debo olvidarla, porque hacerlo sería perder parte de mi esencia. 


Búscala. 
Emilia



"Tantas y tantas existencias oyes, tanta callada sabiduría escuchas cuando escuchas la selva"
"Y más que nada suenan los pasos de los animales que uno ha sido antes de humano, los pasos de las piedras y los vegetales y las cosas que cada humano ha sido. Y también lo que uno ha escuchado antes, todo eso suena en la noche de la selva..."
"... Dentro de uno mismo suena, en los recuerdos lo que uno ha escuchado a lo largo de la vida, bailes y pífanos y promesas y mentiras y miedos y confesiones y alaridos de guerra y gemidos de amor..."
"...Historias ciertas, historias de mañana..."
(Las tres mitades de Ino Moxo y otros brujos de la Amazonía - César Calvo)


alguna ventana de miraflores